La mujer sin piano

Si la noche fuera un iceberg, tu ombligo órbita,
y el futuro irreal (producto de una idea indolente),
salvaría la vida en ese precioso instante; pero no lo es.

Y queda buscar lo vital en alguna mirada perdida;
de cualquier persona, de cualquier planeta.

Algo o alguien que nos salve para que,
cuando el futuro se convierta en espectador,
esa improbable noche transmute
en alientos y cómplices ilusiones.

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